jueves, 25 de abril de 2013

Aspectos sociales y demográficos del suicidio

Crisis económica y suicidio
Algunos estudios correlacionan las crisis económicas con el aumento de muertes por suicidio, en un proporción de 0,8% de aumento en la tasa de suicidios por cada punto de aumento en el desempleo, así como los trastornos mentales derivados como ansiedad o depresión. Con ocasión del Día de la Salud Mental 2012, celebrado bajo el lema "la depresión, una crisis mundial", la Organización Mundial de la Salud advirtió de la influencia de las causas económicas en el problema y señaló precisamente el desempleo y los impagos como las principales causas de suicidio.
El índice que marca un aumento del 0,8% de la tasa de suicidios por cada aumento de punto de desempleo, establecido a partir de un estudio publicado en 2009 en la revista The Lancet sobre la relación entre el suicidio y las crisis económicas en veintiséis países europeos a lo largo de tres décadas, se está cumpliendo actualmente en el caso de países como Grecia e Irlanda.
Según el estudio de The Lancet la tasa de suicidios en la Unión Europea se encontraba en descenso hasta 2008. Con la crisis económica de 2008-2013 comenzó a aumentar, siendo ahora un 20% superior al nivel mínimo que había sido alcanzado en 2007.
En España aún no se tienen las cifras oficiales de suicidios de 2011 y 2012, pero los datos actuales indican un aumento de los mismos siendo ya la tercera causa de muerte, tras la mortalidad cardiovascular y el cáncer. Varias comunidades autónomas han advertido que se están disparando las tasas de suicidios responsabilizándolo a la crisis económica. De hecho el Congreso Nacional de Psiquiatría celebrado en Bilbao en 2012 advierte que el 32% de los suicidios se deben a causas económicas.
De forma general aumentan las muertes por suicidio en todos los países y situaciones. El desempleo se asocia a suicidio


Suicidio en la adolescencia

Según Barón O (2000) “La adolescencia es un proceso intenso de cambios a todo nivel: corporal, psíquico, afectivo, familiar, social y que el suicidio, usualmente, se lleva a cabo en esta etapa como un comportamiento para contrarrestar la impotencia que se siente ante un problema existencialista. Además de estos se toman claramente en cuenta los importantes los antecedentes patológicos, particularmente los trastornos afectivos y el abuso de alcohol y drogas. En la misma el adolescente debe definir su identidad sexual y su personalidad”.

Los adolescentes con riesgo suicida poseen poca tolerancia a la frustración, actitudes hiperfeccionistas, son críticos, rígidos intelectualmente que no toleran el más mínimo fracaso, y a veces están convencidos de su propia maldad y no se sienten queridos.

Aparece frecuentemente la falta de un lugar propio en el mundo, en el colegio (peligro si fue expulsado) o en su casa, o simplemente en el deseo de sus padres.

Sufrir bullying o acoso escolar es predictor de ideaciones y conductas suicidas en niños y adolescentes.



Manejo de la Crisis Suicida en el Adolescente

Una forma de abordar al adolescente en situación de crisis suicida es mediante la llamada Primera Ayuda Psicológica, que consta de cinco etapas, las que se describen a continuación:

Primera etapa. Establecimiento del contacto
Lo que se debe hacer es escuchar detenidamente, reflejar sentimientos, aceptar las razones que esgrime el sujeto y creerle, sin juzgarle. Lo que no se debe hacer es restarle importancia a lo que nos expresa el sujeto, ignorar los sentimientos, impedir que el individuo exprese sus sufrimientos y contar nuestra historia en situaciones conflictivas.

Segunda etapa.Conocer la dimensión del problema.
Lo que se debe hacer es formular preguntas abiertas que permitan conocer cómo piensa el adolescente y facilitar la expresión de sentimientos. Explorar siempre la presencia de pensamientos suicidas. Lo que no se debe hacer es atenerse a realizar preguntas que sean respondidas con monosílabos (sí o no) o evaluar el discurso del adolescente a través de la experiencia propia, que no es válida para otros.

Tercera etapa. Posibles soluciones.
Lo que se debe hacer es establecer prioridades de soluciones, abordando directamente los posibles obstáculos para su consecución y desaprobar la solución suicida como forma de afrontar situaciones problemáticas. Reforzar el concepto de que el suicidio es una solución definitiva a problemas que usualmente son temporales. Lo que no se debe hacer es permitir que el adolescente continúe sin ensanchar su visión en túnel que es la que únicamente le deja ver la opción suicida. Tampoco deben dejar de explorarse los obstáculos de manera realista para evitar nuevos fracasos y que se agrave la crisis suicida.
Cuarta etapa. Acción concreta.
Lo que se debe hacer es tomar una medida a tiempo (involucrar a otros familiares, acercar a las fuentes de salud mental, imponer tratamiento, realizar hospitalización, etc.) Se debe ser directivo y confrontar cuando la situación lo requiera. Nunca debe dejarse sólo a un sujeto en crisis suicida. Lo que no se debe hacer es ser tímido, indeciso, no tomar una decisión a tiempo, dejar solo al adolescente en riesgo de cometer suicidio o retraerse de asumir responsabilidades.
Quinta etapa. Seguimiento.
Lo que se debe hacer es realizar el recontacto para evaluar los progresos o retrocesos del adolescente en su sintomatología suicida. Lo que no se debe hacer es dejar la evaluación a otra persona que desconozca del caso y le sea imposible establecer una comparación con su estado inicial.
Este sencillo recurso puede ser utilizado por cualquier persona, siempre y cuando evite hacer lo que no se debe hacer e investigue la presencia de las ideas suicidas y si estas están presentes, nunca dejarlo sólo y acercarlo a las fuentes de salud mental como el médico de la familia, el psicólogo, el psiquiatra y los servicios de urgencias médicas y psiquiátricas.

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